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La Tolerancia y el Voluntariado



¿Por qué hablamos tanto de tolerancia y no la aplicamos? ¿Si quiera la entendemos bien? Muchos, asumen que la tolerancia significa aguantar al otro, tener que resistir su existencia por el simple hecho de que es diferente a uno mismo. Sin embargo, esta no es la verdadera definición de la tolerancia.


Ser tolerante frente a otros significa respetar sus diferencias, ya sea en su cultura, su forma de ver la vida, su contexto, etc. El respeto implica comprender y empatizar con el hecho de que, aunque no coincidan contigo, tienen todo el derecho humano a expresarse de la forma que ellos consideren mejor para sí mismos. La tolerancia no es cuestión de aguantar a otro, sino genuinamente ponerse en sus zapatos y velar por su libertad de ser quiénes verdaderamente son pues son seres humanos al final del día que merecen ejercer sus derechos.


La tolerancia es algo que se debe vivir como voluntario y que, incluso, puede mejorarse por medio de estas prácticas. Apoyar a otros con necesidades distintas a la de uno, es una forma de acercarse y acompañar a alguien para poder comprender mejor su situación de vida y, así, empatizar con su forma de ser. Por eso, ser voluntario es también una actividad de mejora para uno mismo, pues presenciar realidades tan distintas nos convierten en personas más abiertas, empáticas, generosas y tolerantes a las diferencias de otros.


Después de todo, la diversidad es lo que nos enriquece como sociedad, pues nos permite cuestionar lo que se da por hecho y aprender de las habilidades y costumbres de otros que pueden ser sumamente buenas para el corazón y el alma. Para ser voluntario, hay que ser tolerante. Pero, si a uno le cuesta trabajar este valor, puede desarrollarlo a medida que ofrece ayuda a otros. Por eso, el voluntariado beneficia a todos pues nos ayuda a crecer como personas.


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